En esta ocasión mis pasos fueron a dar a tierras maragatas. Concretamente al coqueto pueblo de Brazuelo, en el que se celebró una carrera de 10 kms que no tiene nada que envidiarle a las grandes citas. El principio bastante rompepiernas para seguidamente suavizarse el terreno en la segunda mitad de la prueba. Al final colofón chulo: vadear un riachuelo (zapatillas mojadas hasta la bandera) y bolsa del corredor estupenda, con bollo preñado y empanada incluidos. Para repetir.
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