Íbamos a ser dos: Chus y Jaime, pero finalmente Chus causó baja por molestias en la tira iliotibial (tranquilos, todos tenemos dos) y solo mi menda tomó la salida (eso sí, Chus se animó a acompañarme). Ya de camino primera en la frente, ¡olvidé los dorsales en casa y no me da tiempo a darme la vuelta! ¡No pasa nada! Soluciones españolas al instante: un folio con el número a mano y listo para la carrera. Megafonía brillando por su ausencia y cronometraje ídem del mismo lienzo, pero sin embargo, un centenar de corredores con ganas de echar la mañana. Salida desde el polideportivo (en realidad una pista de fútbol-baloncesto, a cualquier cosa lo llaman polideportivo) rodando hasta Rabanal de Luna y a partir de ahí cerca de 4 kms cuesta arriba (pero cuesta arriba de las de verdad). Putas no, lo siguiente, eso sí, volví sobre mis fueros en la bajada. Lijada a doce tipos que se acojonaron cuando la cosa se pone para abajo. Yo en cambio como una bestia, tal vez sean mis potentes cuádriceps, mis poderosos gemelos o mis generosos abdominales, pero el caso es que bajando voy fino (lo de subir ya es harina de otro costal). Chus entre tanto haciendo otro deporte, levantamiento de vidrio en barra fija en el bar del cámping. Se relajó tanto el rapaz que se perdió la entrada del ganador. Yo mientras sudando la gota gorda y, a falta de cronometraje oficial, os fiáis del mío: 1h08´29´´. Cuando salgan las clasificaciones os cuento más.
